Proyecto misionero verano 2016
Consuelo (República Dominicana)
El Fondo Maria Felicidad Jiménez Ferrer ha colaborado con el Proyecto Misionero de la Fundación Siempre Adelante en la ciudad de Consuelo de la República Dominicana, llevado a cabo en el verano de 2016.
La colaboración ha tenido una doble dimensión: la del voluntariado con la participación de José Luis Lizcano como uno de los componentes del grupo de misioneros; y la económica con la donación de 1.000 euros, en metálico y en material escolar y sanitario.
El grupo de misioneros compuesto por nueve personas (siete españolas, dos de ellas religiosas de la Congregación, y dos mexicanas) partió para Santo Domingo (República Dominicana) el 9 de julio, despedidos en el aeropuerto de Madrid-Barajas por la Presidenta de la Fundación Siempre Adelante, Priscila Maté y la ex presidenta Fermina Maté, así como algunos familiares, entre los que se encontraban las hijas de José Luis: Laura y Nuria. La misión finalizó el 6 de agosto, con la vuelta de los misioneros a Madrid.
Clases de refuerzo
Llenos de ilusión por ayudar en todo lo posible, la misión tuvo como objetivo fundamental reforzar la educación de los niños y niñas de dos colegios de la Congregación de Religiosas Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza en dicha ciudad: Escuela Antonio Paredes Mena y Escuela Madre Carmen Sallés.
Con un programa intenso de clases de mañana y tarde, los misioneros se encargaron de distintos grupos de 2º, 3º, 4º y 5º de Primaria, centrándose en las materias de Lengua y Matemáticas. José Luis tuvo a dos grupos de cuarto con un total de 20 niños.
Las clases diarias se complementaban con actividades deportivas y talleres de música, manualidades y pintura. La formación ante la bandera, canto del himno y la oración iniciaban cada jornada, en la que cada profesor se hacía cargo de un grupo de entre 10 y 15 alumnos.
La modesta, pero importante, acción evangelizadora realizada por los profesores se fundamentaba en la oración diaria del Padrenuestro, Avemaría y Gloria, al iniciar las clases y, en algunos casos, también de la lectura y comentario del evangelio.
Ayuda a las familias
La otra actividad fundamental de la misión consistió en visitar a familias del pueblo y de algunos bateyes (barrios de las familias más pobres) para proporcionarles alguna ayuda material consistente en un lote de alimentos y ropa. Guiados por Julio, persona de gran corazón, coordinador de muchas de las acciones realizadas en Consuelo, los misioneros pudieron reconfortar, aunque fuera mínimamente, a estas familias tan necesitadas.
Visita a las casas de la Congregación en República Dominicana
Los fines de semana se organizaron unas visitas a las casas de la Congregación sitas en las ciudades de Santo Domingo y Sabana de la Mar, aprovechando para realizar también algo de turismo cultural y religioso. La acogida al grupo misionero de la Congregación de Religiosas Concepcionistas fue siempre excepcional, haciéndoles sentir muy queridos y apoyados en todo momento.
Contexto: Municipio de Consuelo y Proyecto Misionero Fundación Siempre Adelante
Municipio de Consuelo-San Pedro de Macorís
El municipio de Consuelo esta situado en la región Sureste de República Dominicana, a 12 kilómetros de San Pedro de Macorís, ciudad principal de la región. En la actualidad Consuelo ha experimentado un crecimiento inesperado en donde conviven cerca de cincuenta mil habitantes en un contexto de pobreza, corrupción, analfabetismo, falta de higiene e insalubridad, prostitución de menores y falta de familias estables y bien constituidas.
Encuentro preparatorio
El 23 y 24 de abril tuvo lugar en Madrid un encuentro preparatorio del grupo de misioneros en el que se informó de los aspectos más relevantes de la misión que se iba a realizar. El programa se compuso de una conferencia sobre “Los objetivos y valores del voluntariado cristiano”, presentación de experiencias previas por voluntarios, introducción al programa de la misión e información útil, trabajo en equipos y misa e imposición de la cruz misionera.
Testimonio de José Luis Lizcano
Mi participación en el Proyecto Misionero 2016 de la Fundación Siempre Adelante promovido por las Religiosas Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza está movida por la ilusión de ayudar en lo posible a los niños necesitados, misión del Fondo María Felicidad Jiménez Ferrer.
Mi amada Feli y yo teníamos proyectado participar en una misión solidaria desde hacía algunos años y solo la enfermedad, que finalmente se la llevó con el Señor, no nos permitió realizarla. Cuando envié mi solicitud a la Fundación pensé en lo que le hubiera gustado a ella el que fuéramos juntos, aunque yo la fuera a llevar conmigo en mi corazón.
Desde las jornadas preparatorias de finales de abril, en Madrid, en las que tuvimos ocasión de conocernos los componentes de los dos grupos misioneros —el de Consuelo en República Dominicana y el de Evinayong en Guinea Ecuatorial— sentí que la misión en la que me embarcaba podía significar algo importante en mi vida. Un mes de misión en República Dominicana no era mucho, pero tampoco era poco, teniendo en cuenta mi desconocimiento absoluto y falta de entrenamiento para unas condiciones tan distintas a las habituales. El país, la cultura, el clima, la actividad, las condiciones sanitarias, las relaciones sociales, etc. suponían todo un reto que superar.
La cariñosa acogida en la casa de las Madres Concepcionistas nos ayudó especialmente a unos recién llegados, algo cansados de un viaje largo, con el tradicional retraso. Era de noche y nos ofrecieron una cena reparadora que nos supo a gloria. Durante toda nuestra estancia nos sentimos como en nuestra casa, donde encontrábamos una tranquilidad y un cariño reconstituyentes. Gracias Madre Lucita, Madre Ángeles y Madre Minerva. Enseguida nos organizamos para realizar todas las tareas domésticas distribuyéndonos por equipos y, al día siguiente, estábamos preparados para iniciar nuestra misión de la enseñanza con los niños.
El primer día fue de presentación y pudimos darnos cuenta rápidamente de que incluso algo tan básico como presentarse podría resultar más complicado de lo esperado, con unos nombres de pila tan distintos a los españoles. No sabíamos ni cómo se leían y lo lógico era que los propios chicos nos los enseñaran a los profesores. Kleurys, Majoli, Jicaury, Johanly, Iraimy, Josuan, Jalvin, Crislaidy, Ariel, Ninoska… son algunos de los nombres de mis alumnos, los cuales representaron todo un pequeño reto a superar lo antes posible. Sabíamos que tendríamos ciertas dificultades a la hora de emplear algunas palabras, ya que su significado era muy distinto en RD, pero nadie nos comentó la anécdota de los nombres de los chicos.
Dibujos de despedida de Mayolin, Emelin y Alondea.
La oración (Padrenuestro, Avemaría y Gloria) y la lectura y breve comentario del Evangelio, entresacando del texto una palabra cada día («evangelio», «apóstoles», «parábola», «fe», «milagro», «servicio», etc.) para el vocabulario de Lengua, iniciaban las clases de la mañana y la tarde. Una sencilla acción evangelizadora que era respetada y bien acogida por unos chicos y chicas con distintos grados de cercanía a la religión cristiana y que a los profesores nos enorgullecía poder realizar.
Nuestro objetivo principal con los chicos era intentar mantener el mayor tiempo posible su atención en clase, sin la cual no puede haber aprovechamiento. La disciplina fue, pues, el primer escollo para intentar que las clases fueran provechosas desde el punto de vista pedagógico.
Poco a poco, fuimos viendo cómo este primer objetivo no podía alcanzarse de una manera convencional, por lo que echamos mano de nuestra imaginación para que los chicos, nuestros cada día más queridos alumnos, realizaran las tareas más básicas con una buena dosis de paciencia y entretenimiento compartido, centrándonos en tareas más llevaderas pero instructivas a la vez: lectura de cuentos y dibujos sobre ellos, adivinanzas, concursos, ejercicios de cuentas y pintura, caligrafía y dibujos, etc.
Los dictados, lecciones sobre cuestiones muy concretas de Lengua y Matemáticas, y algunos trabajos manuales, nos permitieron completar unos días de formación lo más divertidos posibles.
Cada uno tenemos nuestra propia personalidad y los chicos eran expresión fiel de la suya. Tranquilos, nerviosos y más nerviosos convivimos unos días mágicos de escuela que nos permitieron conocernos y disfrutar a profesores y chicos, cada uno desde su perspectiva. Me traigo en mi corazón a este grupo de muchachos y muchachas por los que pido a Dios para que un día se conviertan en mujeres y hombres de provecho para sus familias, pueblos y ciudades, y que espero no olviden el cariño de sus profesores durante cuatro semanas en el verano del año 2016.
Todos los días a las 7 de la mañana, justo antes de desayunar, el grupo de misioneros nos reuníamos en la capilla para la Oración diaria. Cerca de veinte minutos de espiritualidad para iniciar el día, liderados por uno de nosotros, que nos ayudaban a sentir la cercanía del Señor y la Virgen en la misión y una unión fraternal entre nosotros.
Hay una labor que me gustaría destacar especialmente: la ayuda a las familias más necesitadas. Aunque el objetivo fundamental de la misión era la enseñanza, la extrema pobreza de las familias de los chicos y chicas de las escuelas y, en general, de todo el municipio, es una preocupación constante de la congregación de religiosas, en cuya tarea de apoyo implican también a los misioneros.
Las breves y escasas visitas que realizamos nos permitieron comprobar las lamentables condiciones de vida de estas familias, super numerosas casi todas ellas, donde escasean alimentos, ropa, higiene, etc. y donde una simple barraca de cuatro por cuatro metros puede albergar a más de 10 personas.
Si, de alguna forma, esta acción humanitaria complementaria a la educativa, que atiende al contexto vital del niño escolarizado, pudiera potenciarse, estaríamos también aportando un granito de arena muy útil de cara al futuro.
No quiero terminar este breve testimonio sin agradecer a todos mis compañeros misioneros y a las madres concepcionistas que nos han atendido la oportunidad que me han dado de compartir una experiencia tan enriquecedora humanamente, desde el compañerismo, el respeto, el cariño, la simpatía y la responsabilidad de todos y cada uno de ellos.
Gracias al Señor y a la Virgen Santísima, a Santa Carmen Sallés y a mi amada Feli porque, gracias a ellos, hemos sido movidos a ir a la misión y a volver enriquecidos desde todos los puntos de vista, sanos y salvos de todo mal. A mis hijas Laura y Nuria, mi agradecimiento también y mi amor por su apoyo y cariño, que me han ayudado a realizar esta preciosa misión.
José Luis Lizcano