Carta a los amigos del Fondo MFJF
Queridos amigos:
A través de esta breve publicación me gustaría incidir en algunas de las lecciones y experiencias que más me impactaron de mi viaje misionero del verano 2017 a Filipinas e Indonesia. Algunas de ellas han sido ya apuntadas en la crónica del viaje publicada hace algunas fechas en esta entrada.
Lo primero que me gustaría destacar es el papel decisivo de la educación en el presente y en el futuro de la infancia y de los adolescentes. En unos países en donde la pobreza campa a sus anchas, a lo largo de todo el territorio, sin ninguna esperanza de que la situación mejore sustancialmente en el corto y medio plazo, quizá la única posibilidad con la que cuentan las chicas y chicos para salir adelante e intentar cambiar esta situación es su educación.
Las escuelas se convierten en un reducto de felicidad en que los chicos, desde la más tierna infancia hasta el bachillerato, disfrutan todos y cada uno de los días, sábados, domingos, incluso vacaciones, si les dieran el permiso para asistir. Esto es así por varias razones: la primera es seguramente porque en la escuela encuentran un ambiente acogedor que les permite escapar y olvidarse por unas horas de la pobreza que les envuelve diariamente. Gracias a las ayudas que el colegio consigue, la educación, pero también los uniformes, el material escolar y la alimentación, se ofrecen bajo el principio de gratuidad, total o parcialmente. Todo ello dignifica la vida de los estudiantes, ayudándoles a comprender y, de alguna manera, llevar mejor la auténtica injusticia social derivada de haber nacido en una región muy pobre.
Otra razón por la que los chicos y chicas disfrutan en la escuela de las Hermanas Concepcionistas de la Enseñanza en Bacolod es por los valores que se comparten y se viven profundamente, que de manera natural penetran en su entendimiento y les van fortaleciendo día a día.
Yo tuve ocasión de vivir y sentir estos valores, de los que destacaría los siguientes: la espiritualidad, el orden, la responsabilidad, el servicio a los demás, la limpieza, la profesionalidad, la sencillez, la humildad, la fortaleza, la desenvoltura…, es decir, verdaderas guías para la formación y el crecimiento como personas que todos los chicos que asisten a la escuela tienen la fortuna de recibir.
Me gustaría destacar también la alegría con la que los chicos y chicas de todas las edades y cursos recibieron mis inexpertas clases sobre España, sus costumbres, su lengua y algunas aficiones como el fútbol. Mi modesta misión educativa les brindó la oportunidad de conocer otras realidades de un país y una cultura diferentes a las suyas. Las fotografías que nos hicimos juntos y que se publican en la crónica son viva expresión de la simpatía sentida.
Así mismo, la gran labor de los profesores de la escuela en Bacolod, que con su juventud preparan a los chicos de la mejor manera por medio de su conocimiento, profesionalidad y afecto, se puede ver enriquecida compartiendo vivencias con personas que procedemos de otros países y culturas.
En fin, en medio de la pobreza y la desigualdad, la enseñanza y los principios cristianos de las escuelas concepcionistas son una ventana a la vida y a la esperanza para la infancia y la juventud. Que Dios bendiga a la Congregación y a las Madres Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza.
José Luis Lizcano
Fondo MFJF
Muchas gracias José Luis por estas reflexiones sobre tu viaje y vivencias de este verano.
Efectivamente, la educación es una herramienta fundamental para intentar conseguir mejorar las cotas de miseria que desgraciadamente están presentes en más de las 3/4 partes de nuestro planeta. Un abrazo.
La educación recibida es lo que me ha permitido desarrollarme como profesional y como persona, todo cuanto se haga por ella, allá donde se necesite, será la mejor ayuda que podamos prestar a esos jóvenes.
Gracias por sus amables palabras en su sitio web. Nuestra escuela y nuestra comunidad se han convertido en un mejor lugar debido a personas como usted que nos están ayudando. Que Santa Carmen Salles te acompañe siempre. Estamos rezando por ti aquí en Bacolod.